Hoy vemos un gran vacío en la atención de la salud sexual en nuestro país: Cuando surgen dificultades en la sexualidad, muchas personas no saben a dónde acudir ni qué profesionales pueden brindar una atención adecuada. En Chile, el sistema de salud ofrece tratamiento para infecciones de transmisión sexual (ITS), acceso a terapia para el VIH, anticoncepción y atención en procesos reproductivos como el embarazo y el parto. También existen programas para el acompañamiento en la afirmación de identidad de género (los cuales se han visto amenazados durante el último periodo). Sin embargo, la salud sexual es mucho más que estos aspectos, y hay múltiples necesidades que quedan fuera del sistema de atención.
Los problemas relacionados con el placer, dificultades con la erección, el dolor durante la actividad sexual, la disminución del deseo y los desafíos en el orgasmo y la eyaculación son consultas frecuentes, pero no cuentan con un abordaje estructurado dentro del sistema público. Además, las dificultades en las relaciones sexoafectivas, tanto en pareja como en otros vínculos, tampoco tienen un espacio claro dentro de la atención primaria.
Actualmente es posible acceder a atenciones de profesionales de la sexología en el ámbito privado, y es que cada vez existen más profesionales de la sexología con formación en diversas disciplinas; como medicina, psicología, matronería, kinesiología y terapia ocupacional, entre otras. Según su especialización y formación específica, pueden abordar distintos tipos de dificultades o derivar a otros especialistas cuando sea necesario. Sin embargo, en Chile no existe una regulación clara sobre la certificación de especialistas en sexología, lo que dificulta que las personas usuarias sepan si quien les atiende está debidamente preparado o desde qué enfoque trabaja.
Para quienes buscan atención en este ámbito, recomendamos revisar el currículum de quien ofrece el servicio y, si es posible, explorar sus publicaciones o intervenciones en el tema. Además, si la experiencia con un profesional no es satisfactoria, es válido buscar otra opción que genere mayor comodidad y confianza.
Sin embargo el mayor problema es que el acceso a la atención privada no está al alcance de todas las personas, y además no podría suplir todas las necesidades actuales en salud sexual. Sin embargo, nos es fundamental establecer que no todas las dificultades requieren la intervención de un especialista en sexología; muchas podrían ser abordadas en la atención primaria por profesionales con formación adecuada o incluso en espacios de consejería de pares. Para ello, es esencial fortalecer la formación en sexualidad dentro del sistema de salud pública.
Ahora, hay que recordar que Chile no cuenta con una ley de educación sexual integral que garantice su implementación en el sistema educativo y, cuando esta se realiza, suele estar centrada en la prevención de riesgos, dejando de lado aspectos clave como el placer, el consentimiento, la diversidad y la construcción de relaciones saludables. Esto provoca que la mayoría de las personas lleguen a la adultez con escasos conocimientos y herramientas para abordar su propia sexualidad y enfrentar dificultades en este ámbito.
Del mismo modo, en las carreras de salud y educación, la formación en sexualidad tampoco suele ser integral. Como resultado, los profesionales egresan sin una preparación adecuada para abordar consultas sobre sexualidad y sin las competencias necesarias para ofrecer una atención efectiva. A esto se suma la falta de un programa ministerial de salud sexual que establezca lineamientos claros para la atención de estos temas dentro del sistema público.
En este contexto, como ETSex proponemos que fortalecer la formación transversal en sexualidad integral es clave para mejorar la atención en salud. Es fundamental que profesionales de la salud, especialmente quienes trabajan en atención primaria (APS), cuenten con herramientas para abordar las consultas sobre sexualidad desde una perspectiva integral, basada en la evidencia y con enfoque de derechos. Uno de nuestros pilares es buscar aportar en este proceso a través de nuestras formaciones en sexualidad, proporcionando conocimientos y desarrollando habilidades que permitan a los profesionales ofrecer una atención más completa y accesible para todas las personas.
Vemos urgente avanzar hacia un modelo de salud sexual que no solo responda a patologías o necesidades reproductivas, sino que también considere el bienestar, el placer y las dinámicas relacionales como elementos esenciales para una vida sexual plena y saludable.